En medio de crecientes problemas de desempleo juvenil, Beijing mira hacia la educación vocacional

El número de estudiantes universitarios chinos puede estar aumentando, pero no así sus perspectivas laborales. En junio de 2023, la clase de graduados más grande de China (unos 11,6 millones) ingresó a un mercado laboral sombrío, marcado por una tasa oficial de desempleo juvenil del 21,3 por ciento.

La desaceleración de la era de la pandemia en China es solo parcialmente responsable de estas tendencias. Un factor más profundo radica en la expansión excesiva de la educación superior en Beijing a partir de fines de la década de 1990, cuando el número de estudiantes universitarios se multiplicó por nueve entre 1997 y 2020, mientras que las perspectivas laborales para los graduados universitarios no pudieron seguir el ritmo.

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Como resultado, Beijing está organizando un esfuerzo concertado para elevar el estatus de los programas vocacionales y orientar a los estudiantes hacia la educación técnica para responder a la acuciante escasez de mano de obra calificada. En 2022, las autoridades chinas emitieron una Ley de Educación Vocacional enmendada, mejorando el estado de la educación vocacional, y desde entonces se comprometieron a establecer cientos de nuevos colegios y escuelas vocacionales.

Pero no está claro qué tan efectivas serán tales medidas. Existe una fuerte presión social por títulos avanzados y años adicionales de educación, con trabajos de oficina privilegiados sobre mano de obra calificada.

En particular, Taiwán se ha enfrentado precisamente a este mismo desafío durante años. La expansión masiva de la educación universitaria durante la década de 1990 ha dejado a Taiwán con un exceso de oferta de graduados universitarios, incluso cuando las necesidades laborales en los campos técnicos, vocacionales y de cuello azul han aumentado constantemente. Las tasas de desempleo juvenil (12 por ciento para personas de 20 a 24 años) siguen siendo mucho más altas que las de la sociedad en general (3,49 por ciento). Las tasas de desempleo para los graduados universitarios (4,8 por ciento) son el doble de las de las personas con niveles de educación secundaria o inferior (2,39 por ciento).

En respuesta, Taiwán, al igual que el resto del este de Asia, está satisfaciendo su creciente necesidad de jóvenes trabajadores técnicos y de cuello azul a través de una mayor migración laboral, con trabajadores de cuidado de ancianos indonesios y equipos de construcción vietnamitas que ocupan puestos que una población de jóvenes taiwaneses que se reduce rápidamente no puede o no quiere cubrir.

Pero tal aumento de la migración laboral a China parece, por el momento, políticamente inconcebible. Como resultado, tanto la solución a la creciente escasez de mano de obra calificada en China como la resolución de sus crecientes problemas de desempleo juvenil pueden depender de la capacidad de Beijing para convencer a los estudiantes chinos, y a sus padres, de que no pongan su mirada en la educación universitaria, sino en la formación profesional.

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